La satisfacción del trabajo bien hecho es difícil de explicar.
Se supone que debes estar cansado y derrotado después de un día duro de trabajo, en el que has sufrido con cada problema y quebradero de cabeza. Pero cuando a tu trabajo le pones pasión, esfuerzo y dedicación, todo cobra sentido y te sientes muy orgulloso de lo que has conseguido.

En aquel momento, tener mi propia plantación de olivos era un sueño, pero estaba convencido que tarde o temprano lo haría realidad, poquito a poco, de menos a más, de pequeño a grande, sin prisa, pero sin pausa, como todos los proyectos en mi vida; haciendo crecer mis sueños.

Hoy he estado observando a mis hijos cómo cuidaban y mimaban nuestro PEQUEÑO OLIVAR. Ver correr y jugar a mis nietos entre los olivos me ha hecho volver a recordar la sensación del trabajo bien hecho. Me he sentido plenamente feliz.